La España que no me gusta
La España que no me gusta es esa que encarna el PP, la que huele a rancia tradición, a moral católica haciendo política, la que se reconoce en creencias y principios inquebrantables, la España que se llena la boca de Dios y Patria es la que no soporto. Quizás sea el efecto natural de tantos años de dictadura, una larga dictadura que consiguió abonar el terreno para asentar una ideología basada en la autoridad y la intolerancia.
España ha estado demasiado tiempo sometida a la ideología del franquismo, que aunque tuvo distintos componentes (tradicionalismo, nacionalcatolicismo, militarismo o conservadurismo), utilizó con especial habilidad los lemas, dada su aversión a los programas políticos y su preferencia por la acción y la simplificación. Lemas del franquismo como: "¡Una Grande y Libre!", "¡Arriba España!", "¡Por el imperio hacia Dios!" ó "Centinela de Occidente", son de por si descriptivos de lo que vengo a referirme. Por ejemplo, éste último lema de centinela de occidente se utilizaba para describir al propio Francisco Franco en un lema que le identifica con la mismísima España, en el extremo occidente de Europa y conservadora de los «valores eternos» de la Civilización Occidental, desafiados por el marxismo. La frase guardaba un paralelismo con la calificación de España como «martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma», de Marcelino Menéndez y Pelayo. En este caso, se identificaba a la España de Franco como un firme bastión antisoviético, en el momento histórico de la guerra fría.
La España que no me gusta es esa que encarna el PP, la que huele a rancia tradición, a moral católica haciendo política, la que se reconoce en creencias y principios inquebrantables, la España que se llena la boca de Dios y Patria es la que no soporto. Quizás sea el efecto natural de tantos años de dictadura, una larga dictadura que consiguió abonar el terreno para asentar una ideología basada en la autoridad y la intolerancia.
España ha estado demasiado tiempo sometida a la ideología del franquismo, que aunque tuvo distintos componentes (tradicionalismo, nacionalcatolicismo, militarismo o conservadurismo), utilizó con especial habilidad los lemas, dada su aversión a los programas políticos y su preferencia por la acción y la simplificación. Lemas del franquismo como: "¡Una Grande y Libre!", "¡Arriba España!", "¡Por el imperio hacia Dios!" ó "Centinela de Occidente", son de por si descriptivos de lo que vengo a referirme. Por ejemplo, éste último lema de centinela de occidente se utilizaba para describir al propio Francisco Franco en un lema que le identifica con la mismísima España, en el extremo occidente de Europa y conservadora de los «valores eternos» de la Civilización Occidental, desafiados por el marxismo. La frase guardaba un paralelismo con la calificación de España como «martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma», de Marcelino Menéndez y Pelayo. En este caso, se identificaba a la España de Franco como un firme bastión antisoviético, en el momento histórico de la guerra fría.
El tiempo ha
pasado, pero esos lemas dejaron huella. España sigue siendo el único pais de Occidente donde
existen calles con nombres de responsables de un régimen totalitario
impuesto mediante un golpe de estado y donde hay una Basílica en la que
están enterrados los líderes de ese régimen y que se visita "en
peregrinación".
Y es que se ha conseguido inocular en la sociedad la idea de que en la Guerra Civil española lucharon dos bandos, igualmente legitimados uno u otro, y eso es absolutamente falso. Lo que hubo realmente, es un golpe de estado contra un pueblo que vivía en democracia, un pueblo que resistió todo lo que pudo a un alzamiento militar y fascista. Con mucha honra para nuestro país, lo que en otros países se impuso en las urnas, aquí costó 3 años de guerra, matar a lo mejor de nuestro pais y expulsar a sus mayores intelectuales, que por cierto ayudaron a fundar las mejores universidades de América latina.
En la guerra unos dieron su vida por defender la democracia y el poder legal establecido y otros por la instauración del fascismo y la dictadura. Esa España que surgió de la dictadura ha vivido de inventarse a una antiespaña y hay que reconocerle que hizo bastante bien su trabajo de propaganda. Tantos años de propaganda dejaron un caldo de cultivo que por desgracia, tardaremos más de una generación en superar. Un ejemplo para terminar: los golpistas se autodenominaron y así quedaron para la historia como el Ejercito Nacional, ellos eran "los nacionales" y en cambio los demócratas fueron denominados como los rojos. Queda claro, ¿no?
Y es que se ha conseguido inocular en la sociedad la idea de que en la Guerra Civil española lucharon dos bandos, igualmente legitimados uno u otro, y eso es absolutamente falso. Lo que hubo realmente, es un golpe de estado contra un pueblo que vivía en democracia, un pueblo que resistió todo lo que pudo a un alzamiento militar y fascista. Con mucha honra para nuestro país, lo que en otros países se impuso en las urnas, aquí costó 3 años de guerra, matar a lo mejor de nuestro pais y expulsar a sus mayores intelectuales, que por cierto ayudaron a fundar las mejores universidades de América latina.
En la guerra unos dieron su vida por defender la democracia y el poder legal establecido y otros por la instauración del fascismo y la dictadura. Esa España que surgió de la dictadura ha vivido de inventarse a una antiespaña y hay que reconocerle que hizo bastante bien su trabajo de propaganda. Tantos años de propaganda dejaron un caldo de cultivo que por desgracia, tardaremos más de una generación en superar. Un ejemplo para terminar: los golpistas se autodenominaron y así quedaron para la historia como el Ejercito Nacional, ellos eran "los nacionales" y en cambio los demócratas fueron denominados como los rojos. Queda claro, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario